Por Vidal Ibarra Puig[1]
La autonomía del banco central de México, el Banco de México, está establecida en el artículo 28 de la Constitución Política. La redacción precisa es como sigue:
“El Estado tendrá un banco central que será autónomo en el ejercicio de sus funciones y en su administración. Su objetivo prioritario será procurar la estabilidad del poder adquisitivo de la moneda nacional, fortaleciendo con ello la rectoría del desarrollo nacional que corresponde al Estado. Ninguna autoridad podrá ordenar al banco conceder financiamiento. El Estado contará con un fideicomiso público denominado Fondo Mexicano del Petróleo para la Estabilización y el Desarrollo, cuya Institución Fiduciaria será el banco central y tendrá por objeto, en los términos que establezca la ley, recibir, administrar y distribuir los ingresos derivados de las asignaciones y contratos a que se refiere el párrafo séptimo del artículo 27 de esta Constitución, con excepción de los impuestos”.
Tal vez la parte importante y por la cual se le dotó de autonomía al Banxico, como también se le conoce, se encuentra precisamente en la frase “Ninguna autoridad podrá ordenar al banco conceder financiamiento”. Veamos.
En los tiempos en que el banco central no era independiente y obedecía directamente al ejecutivo, y el presidente concentraba un gran poder, el país tuvo severas crisis: 1976, 1982, 1988 hasta 1990. Fue por esa razón que el 1 de abril de 1994, se hizo efectiva esta autonomía para que el banco central no financiara al gobierno con dinero y más dinero sin respaldo, con lo que provocaba inflación y desequilibrios presupuestales, al gastar más de lo que se recaudaba.
Era necesario que el banco o central tuviera como directores generales a hombres con carácter para decirle un No al presidente en turno y que le dejaran hacer al Banxico su trabajo. El ejemplo más claro se dio durante el Desarrollo Estabilizador, de 1958 a 1970, cuando el Director General de Banxico era Don Rodrigo Gómez, y el secretario de Hacienda, el licenciado Antonio Ortiz Mena.
Este buen trabajo se echó a perder en el sexenio de Luis Echeverría, quien llegó a declarar que “las finanzas se manejan desde Los Pinos”, que era entonces la residencia oficial del poder ejecutivo. Después de decir esta frase, el secretario de Hacienda renunció.
Pues ahora el Banxico atraviesa por una situación sumamente delicada.
En el ilegal nombramiento de Victoria Rodríguez Ceja como gobernadora del banco central, son responsables el presidente, que fue quien la postuló; la Cámara de Diputados y la Cámara de Senadores. Su nombramiento es ilegal de origen pues de acuerdo a la Ley Orgánica del Banco de México, solo había la posibilidad de tener dos subgobernadores sin experiencia directa en el sector financiero, y ellos son Gerardo Esquivel y Jonathan Heath. Y Rodríguez Ceja no tiene experiencia en el sector, con lo que son tres.
Otra ilegalidad, violación otra vez a la Ley Orgánica del Banco de México, es que Rodríguez Ceja debió haber esperado dos años como subgobernadora antes de poder ser postulada como Gobernadora. Y en su caso, a un mes de ser subgobernadora, ascendió a ser gobernadora.
En su momento mencionamos que estas acciones eran señales muy malas para el mercado financiero. Y no dudamos de que por esta razón los capitales sigan saliendo de México: desde el 8 de febrero de 2019 hasta el 14 de marzo de 2022, han salido del país 658 mil millones de pesos, equivalente a 33 mil millones de dólares, al tipo de cambio de 20 pesos por dólar.
Todas estas reflexiones nos vienen a la mente pues el presidente anunció ayer, antes de que lo hiciera el Banco de México, un incremento en las tasas de interés, con lo que vulnera de manera flagrante la dicha autonomía del Banco de México y parece que nos encaminamos, otra vez, a esas épocas del poder absoluto del presidente en todas las actividades del país, situación que se ve agravada pues en diversas ocasiones el presidente ha demostrado que su conocimiento de temas económicos es nulo.
En estas condiciones, cuando parece que ahora las finanzas se dirigirán desde Palacio, es de temer que el Banxico ajuste sus políticas a los deseos del presidente y, lo que sería aún peor, podría ser indicativo de que se modifiquen las leyes para que el Banco central pueda volver a financiar al gobierno en su gasto, como pasó con Echeverría y López Portillo sobre todo, y que llevaron a las peores crisis del país, con excepción de la de 2020.
Y nuestros temores no son infundados: recordemos que el año pasado el presidente le pidió dinero al Banco de México, al menos en dos ocasiones, y este se lo negó, razón por la cual el gobernador del banco central fue atacado de manera personal por el presidente, poniendo en duda incluso su integridad moral.
Negros tiempos se avecinan para la política económica del país. Ojalá nos equivoquemos. Por lo pronto le recomendamos que protejan su dinero, además de su salud.
[1] Doctor en economía por Sciences Po París. Profesor en el Departamento de Economía de la UAM Azcapotzalco, [email protected]