Por Vidal Ibarra Puig[1]
Tal como comentábamos en nuestra anterior colaboración, la Junta de Gobierno de Banco de México, decidió aumentar su tasa de interés de referencia, a un nivel no visto desde hace décadas, para ubicarla en 8.5 por ciento.
Esta alza en las tasas de interés responde entre otras razones, a lo siguiente. En primer lugar, a la inflación que desde septiembre del año pasado se ha incrementado en México, producto de, entre varias causas, a los incrementos tan fuertes y de golpe en los salarios mínimos (que era necesario y es necesario aumentarlos, pero no de esa manera tan abrupta). El enfoque del Banco de México lo lleva entonces a aumentar las tasas de interés con el fin de retirar circulante de la economía, frenar el consumo crediticio y así disminuir presiones inflacionarias.
Otra de las causas es que, al tener los Estados Unidos tasas de interés tan altas, los capitales se saldrán del país para buscar una mayor rentabilidad en el vecino del norte, por lo cual el Banxico aumenta sus tasas para retener estos capitales. La tasa de Cetes a 28 días está en niveles de 8.01 por ciento, apenas acorde con las expectativas de inflación, desde nuestro punto de vista. Y si la inflación se desboca, los inversionistas tendrán rendimintos negativos, como ya ocurrió en el pasado reciente, por lo que era apremiante subir las tasas de interés y garantizar rendimientos positivos.
Pero estas alzas en las tasas de interés en México no han logrado frenar las salidas de capitales: del 8 de febrero de 2019, en que se tuvo la mayor cantidad de inversiones extranjeras en bonos gubernamentales, por la cantidad de 2,74 miles de millones de pesos, se tiene que al 2 de agosto de 2022 (último dato disponible) hay inversiones por sólo 1,529 miles de millones de pesos.
Es decir, han salido del país 745 miles de millones de pesos en el periodo de referencia (108 miles de millones de pesos tan solo este año). Si lo ponemos en dólares, a un tipo de cambio de 20 pesos por dólar, han salido del país 37.25 miles de millones de dólares desde febrero de 2019 hasta el 2 de agosto (5.4 miles de millones de dólares).
Si la economía mexicana (y las reservas internacionales) no lo han resentido, es por la gran entrada de remesas (‘benditas remesas’, dijo el presidente, que las criticaba cuando estaba en la oposición y ahora las bendice).
Y lo que llama la atención es que estos capitales, que de por sí se salen porque ya han tenido rendimientos negativos por la alta inflación y la baja tasa de rendimiento, también se están saliendo por las expectativas; en otras palabras, están perdiendo la confianza en el futuro del país.
En estas condiciones, esperamos en Dios que las remesas continúen en niveles tan elevados, pues en lo referente a la inflación no se aprecia disminución alguna; y si no, dígamelo usted estimado lector, que lo resiente a diario en su bolsillo.
Lo que es de esperarse es una disminución en la actividad económica por lo caro de los créditos y porque los consumidores dejarán de usar las tarjetas de crédito para financiar su gasto, ante los intereses tan elevados. La recesión llama a la puerta.
Cuide su salud, cuide su dinero. Use cubrebocas, por favor.
[1] Profesor en el Departamento de Economía, UAM Azcapotzalco.