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México insiste en TLC con Corea, a pesar de todo/Arnulfo R. Gómez

Gráfica-Corea

Por Arnulfo R. Gómez (Catedrático Comercio Exterior)

Ellos se ríen de mi porque soy diferente

Yo me río de ellos porque todos son igualitos

Anónimo

El empresariado mexicano, nuevamente, ha manifestado su inconformidad total para la firma de un Tratado de Libre Comercio, en este caso, con Corea, situación que parece ser totalmente ignorada por las autoridades mexicanas pues, las mismas señalan que promueven la negociación y firma de este TLC debido a que el 85 por ciento de los productos que se importan de Corea entran sin arancel y sólo 4.5 por ciento lo hacen con impuesto de entre 10 y 15 por ciento, mientras que México sólo exporta el 20 por ciento sin arancel, entonces tiene 80 por ciento de posibilidad “y esto es por lo que vamos”, aseguró la Secretaria de Economía.

Independientemente de que las autoridades parece que desconocen el origen de esta situación arancelaria, igualmente parecen ignorar la evolución de nuestro comercio exterior y desconocen los resultados tan negativos que se han obtenido con la firma de TLC’s con 54 países e, inclusive, con los países que no hemos firmado esos documentos tan apetecidos y apreciados por esos funcionarios.

Todo esto, como consecuencia de la incomprensión de numerosos elementos que integran el marco sistémico de nuestro país, mismos que inciden negativamente en la competitividad, en el desarrollo de la planta productiva nacional y en la estructura de la exportación, además de que también parecen desconocer la operación real del comercio internacional y, lo que es peor, la operación real del comercio exterior de México. El gran problema de bajos o nulos aranceles a la importación en México ha sido originado por la incoherente desgravación unilateral que han realizado durante los 29 años más recientes, al instrumentar una apertura unilateral totalmente ilógica, sin ideas y sin que hayan pensado en sus efectos y en obtener algo en contrapartida.

Con enorme candidez, en su momento, los altos funcionarios diseñadores de la política de comercio exterior añadieron que, la activa participación de México en los foros multilaterales tenía como objetivo obtener, a nivel multilateral, reciprocidad en relación con las medidas unilaterales de desgravación que el Gobierno Mexicano había realizado.

Sin duda, un deseo muy loable, pero, lejano, a destiempo y difícil de lograr ante la ilógica situación creada por los mismos funcionarios que se reflejó, de manera muy cruel y realista, en un comentario muy lógico e inteligente vertido por un Embajador de Brasil al llegar a Mexico, al que inquirieron si su objetivo era negociar un Tratado de Libre Comercio, a lo que respondió: “para qué, si los mexicanos se abren solitos”.

Sobre el particular, también es necesario señalar que, en la última visita que realizó a México, Pascal Lamy, Director General de la Organización Mundial de Comercio México, señaló que nuestro país era un ejemplo internacional en el tema de apertura comercial”, pero, también señaló que era “un pésimo ejemplo de lo que no se debe hacer” pues, México era un país que no había pensado en definir estrategias, ni programas que le permitieran aprovechar las numerosas y supuestas ventajas negociadas con sus diversos socios comerciales y, añadió que, por eso, México había recibido muy pocos beneficios del TLCAN y del TLCUEM, situación que también señaló el Parlamento Europeo -que ahora está tan de moda- y que al respecto comentó: Se podría decir que, en el caso de México, el enfoque del Gobierno ha sido “negociar y olvidar”, sin que hubiera políticas activas para favorecer el proceso de ajuste, lo que explicaría los resultados negativos del TLCAN.

En resumen, la política de comercio exterior se basó en la firma compulsiva de TLC’s, sin que hubiera complemento alguno en materia de competitividad, de fomento industrial, ni de promoción de las exportaciones y la inversión extranjera directa.

Comentarios.

Como punto de partida, especial referencia debo hacer al TLCAN pues, era el proyecto más importante para el desarrollo del país, pero, al no haber una estrategia para lograr una integración comercial y productiva con Canadá y EEUU, no se logró añadir valor nacional, ni regional y, como consecuencia, la participación de ambos países, pero, especialmente de México en la generación de riqueza mundial ha sido decreciente pues, en el periodo 2001/2020, México cayó de la 8ª posición como economía mundial, a la 16ª, habiendo sido superado por India, Canadá, Corea, Rusia, Brasil, Australia, España e Indonesia; y nuestra participación en el PIB Mundial se redujo de 2.25% a 1.24%. 

Nuestro PIB per cápita pasó de 6,218 US, en 2001, en que ocupamos la 47ª posición, a la 64ª, con 10,837 US, en 2014; sin embargo, para el año 2020, se redujo a 8,069 US y caímos hasta la 76ª posición, la peor que hemos ocupado en nuestra historia pues, la tasa de su crecimiento en el periodo de referencia fue de sólo 7%, la más baja de las 16 principales economías del mundo.

El caso de México, en el contexto del TLCAN es patético pues, Canadá y EEUU, lo designaron como un socio estratégico por su “larga y amplia experiencia en la producción manufacturera”, sin embargo, durante el periodo de su vigencia, el valor agregado en la producción mexicana orientada a la exportación ha sido decreciente, pasando de 59%, en 1993, a un estimado de 38% en 2019; situación que, desafortunadamente, también acontece en la orientada al mercado interno.

Importante es señalar que, esta situación se ha mostrado en forma repetitiva con los otros TLC’s que México ha firmado, siendo el ejemplo más reciente el del TPP-11 en que, durante los tres años de su vigencia, las exportaciones mexicanas a los 6 nuevos socios de Asia y Oceanía se han reducido en -1,945 millones US, en tanto que las importaciones procedentes de los mismos se han incrementado en 15,335 millones US, generando un déficit para México de -56,430 millones US en este trienio.

En el caso de la Alianza del Pacífico, desde la entrada en vigor, en 2012, las exportaciones mexicanas descendieron de 9,372 millones US, a 7,072 millones US; es decir una baja de  2,300 millones US; en tanto que, las importaciones pasaron de 2,820 a 4,235 millones US, lo que representó un incremento de 1,415 millones US, situación que se ha traducido un decremento agudo de nuestro superávit con esos tres países, al caer de 6,552 a 2,837 millones US, es decir, una pérdida de 3,715 millones US en el saldo positivo, en 10 años, y una pérdida de 165% en tasa de cobertura.

Hablando de Corea, la situación es más precaria y terrible pues, el déficit que acumulamos es superior al que hemos llegado a tener con los 6 nuevos socios del TPP-11 y, aún más trágico y perjudicial, el hecho de que están negociando un TLC con este país, poniendo como principal pretexto la negociación arancelaria de productos agroindustriales que, en el año 2020, totalizaron 88 millones US de exportación, equivalente al 1.31% del total, y que incluye a 12 productos, únicamente.

Apuntes finales.

En momentos en que la economía y el comercio mundial están registrando una reestructuración completa, misma que se presenta como una oportunidad para la recomposición y desarrollo del Bloque de América del Norte, nuestros funcionarios persisten en una ilógica y alocada estrategia de diversificación geográfica de nuestras exportaciones.

Hace 29 años, nuestro objetivo prioritario era integrarnos comercial y productivamente con Canadá y EEUU, para generar mayor valor y riqueza en la región; aprovechar la complementariedad, nuestras ventajas comparativas y desarrollar ventajas competitivas; ser más competitivos para captar mayores flujos de inversión extranjera directa, crear más empleos y elevar el nivel de vida de la población; sin embargo, ninguno de esos objetivos se logró debido a que no hubo ideas, ni una estrategia realista para ubicarnos y consolidar nuestra posición en el mercado de América del Norte.

Por el contrario, se aplicó una política de diversificación totalmente insana y dañina, que dispersó nuestros esfuerzos y debilitó nuestras fortalezas. 

Lo peor es que, 3 décadas después, los teóricos y los funcionarios encargados del comercio exterior mexicano persisten en la aplicación de teorías cuyos resultados negativos he presentado con las cifras incluidas en este análisis y que, de socio prioritario de EEUU y Canadá, nos dicen que hemos pasado a ser su patio trasero.

Si bien es cierto que la exportación total de México de productos agroindustriales ha logrado continuas cifras récord en los años más recientes, las exportaciones de este sector a Corea sólo fueron de 88 millones US, en el año 2020, equivalentes al 1.31% de la exportación total a ese país y, si bien es cierto que eventualmente podría haber algún incremento en las ventas de los 12 productos que integran nuestro universo de exportación a ese mercado, nunca compensarán las enormes pérdidas y el daño que tendremos con la importación de productos industriales procedentes de Corea.

El fondo del problema es que, estos productos, se convertirán en competencia desleal para la planta productiva nacional, misma que tiene que trabajar con un marco sistémico deficiente y nada competitivo, especialmente en relación con Corea, y en el que los principales problemas de México son dos elementos que el Foro Económico Mundial (WEF) señala como determinantes:

La pésima calidad de las instituciones públicas y la de sus funcionarios, motivo por el cual han sido incapaces de diseñar una estrategia integral que permita el desarrollo adecuado de México, a fin de generar riqueza y bienestar para sus habitantes.