Los Sonámbulos, Opinión

Los Sonámbulos/Delfina, la oposición desquiciada y la Confederación de Monsiváis/Jesús Delgado

Los Sonámbulos

Por Jesús Delgado Guerrero

Delfina Gómez Álvarez dejó la Secretaría de Educación Pública (SEP) y al amparo de la alcahueta figura de “coordinación” de los comités de campaña en defensa de la 4T, inició su camino para competir por la gubernatura del Estado de Mexico el año próximo.

Es de suponer que los dirigentes de Morena (los reales y los formales) calcularon los “costos” para lanzar a la maestra texcocana a una segunda aventura electoral en tierras mexiquenses, principalmente los inherentes a la actuación del “jurado” presuntamente  intelectual” y el político en el vecindario cibernético en torno de la figura de Gómez Álvarez, a quien que desde la semana pasada tienen en la mira con toda clase de ataques, incluso envueltos en farragosas explicaciones pretendidamente “teóricas” que, al final, son igual de concluyentes que los lanzados por los más pedestres impulsos.

Pues bien, a la vista de los hechos es innegable que los adversarios de la maestra (más los de enfrente, aunque también han aportado su cuota los de adentro) al menos le han echado ganas en sus propósitos: presentarla como lo peor que le puede pasar al país y al Edomex.

Pero como reza un viejo proverbio árabe, sólo se escucha el ruido del molino pero no se ve la harina (así la ausencia de ideas aplastadas por posturas reactivas, nada reflexivas, de los adversarios de la maestra), donde los opositores a la maestra y la 4T han pasado por alto los ”costos”.

No es la primera vez: cuando se detectó que, pasado los procesos electorales del 2017 y el 2018, la ex alcaldesa de Texcoco seguía en el ánimo popular y también en el del inquilino de Palacio Nacional para impulsarla nuevamente a la contienda por el Estado de México (primero, al nombrarla delegada, y luego, secretaria de estado), se inició la arremetida.

Y todo a partir del clásico “¡al ladrón, al ladrón!! pues fue una denuncia presentada por dirigentes de un partido que, ahí sí, quedaron impunes latrocinios descarados y ni el INE ni nadie movió un dedo a pesar de la retención de pago de cuotas del IMSS y de impuestos por ISR pero sin enterarlo a las autoridades, además de la reducción de salarios a sus trabajadores (lo cual también se omite a la hora del “análisis” supuestamente duro y objetivo, que excluye por supuesto la “desaparición” de más de 20 millones de pesos del instituto político, como difundieron en su momento, con documentos, varios medios informativos).

La campaña contra Gómez Álvarez no ocultó la furiosa catarsis (memes, “sesudos análisis”, insultos histéricos y otros) pero quedó claro que cuando el “santo” decide dar la espalda no hay rezo que valga y lo que resultó fue el efecto contrario: en vez de “bajarla” en camilla, Delfina Gómez comenzó a monopolizar las preferencias electorales, tanto internas como externas, y desde entonces las distancias se han ampliado.

“¿Ya la ven como candidata, verdad?”, soltó, con sonrisa entre socarrona y maliciosa ante las embestidas iniciales, el dueño del micrófono cotidiano en una de sus mañaneras, destapando nuevamente a la ex diputada federal para el Edomex.

Recientemente y luego de la virtual designación de la maestra, la oposición siguió (y sigue) la misma ruta anterior, totalmente desquiciada otra vez, pero en esta ocasión también polarizándose, dando pie incluso a que se ventilaran expedientes criminales de alguno de sus representantes, esto con todo el tufo del clásico “fuego amigo” (o aliancista).

¿Qué es lo que no han calculado los adversarios en torno de Delfina Gómez, lo cual incluye los internos, que las arremetidas parecen vitaminarla en vez de menguarla?

De acuerdo con los antecedentes, entre el electorado quedó la sensación de que Gómez Álvarez fue víctima de un robo electoral en despoblado en los comicios estatales del 2017. Con o sin fundamentos, esa idea fue martillada una y otra vez hasta que se quedó en el imaginario colectivo.

Por eso las campañas en su contra se perciben como un gastado subterfugio político, parte de un intento desesperado por evitar que gane otra vez, y por eso también el grito morenista inicial de “vamos por la revancha”, es decir, van por la venganza (y esto solo lo hacen quienes han sufrido un perjuicio); van por la reparación de un daño sufrido.

Entonces PRI, PAN, PRD, gobierno estatal y hasta morenistas  se unieron en coro y convirtieron a Gómez Álvarez en la “víctima” predilecta de sus cotilleos políticos y cuchufletas, y en tales condiciones pocas cosas generan tantas fascinación en el espíritu colectivo como este tipo de víctimas.

Los resultados de las encuestas (no las que hizo Morena y las empresas que contrató para sus procesos internos, sino las de cualquier firma más o menos seria) no sugieren otra cosa que esa inclinación del electorado a partir de esa “victimización” (propaganda -no tan- gratuita).

Ahora bien, el problema de la oposición es que la catarsis política desquiciada ante Delfina Gómez está desbordando las pasiones entre sus representantes, dando apresurados pasos al frente con sus “aspirantes”.

Naturalmente, el PRI lleva mano pues, de entrada, encabeza al actual gobierno, además de que en realidad es el único partido con estructura en toda la entidad y fue el que obtuvo más votos en los comicios del 2017.

Pero sus eventuales aliados están quemando sus naves, forzados además a copiar esquemas encubridores de Morena para lanzar a sus candidatos (lo que evidencia aún más ese vacío, no ya de propuestas, sino de programas de acción mínimos de cara a un proceso electoral tan importante) 

Ante ello, lo único que se puede hacer es andar por esos pasillos harto misteriosos, muy sospechosos, de los “acuerdos políticos”, esto debido a la conocida  doctrina priista de que “en política lo caro sale barato”: ¿qué, o cuánto, está dispuesto a ceder o invertir el ex partidazo  para “convencer” a sus ocasionales compañeros de viaje, unos casi histéricos procurando no desaparecer del mapa político, y otros rehenes de almas voluntariosas pero con cráneos vacíos?

Porque lo único cierto es que si las cosas están complicadas ya en unión de fuerzas, como ha quedado claro en otros estados, sin esto los aliancistas estarían camino al desfiladero.

¿Delfina Gómez es invencible? Según las encuestas actuales, sí. Pero falta que corra agua y las cosas pueden dar un viraje. Ha sucedido. Como  en el clásico del beisbol, “esto no se acaba, hasta que se acaba”. 

Además, las menguadas fuerzas opositoras a Morena podrían recibir una inestimable ayuda desde el espacio menos esperado: de los mismos morenistas.

Por un lado, ya se vio en los comicios locales y federales del 2021 que no hay nada más letal en política que la arrogancia, y eso fue lo que apeó del poder a Morena en varios gobiernos municipales, todos de mucho peso económico, demográfico y electoral. La lección mínima fue que no se puede pretender ganar sin hacer campaña ni arengar a nadie desde el escritorio, menos con puras plegarias al santo patrón o, peor, sentirse igual que éste.

Por otra parte, el llamado a la “unidad” en torno de Gómez Álvarez, no es un estribillo de ocasión. Aunque lastimadas, algunas pieles siguen ostentando su altanería quizás sin darse cuenta plenamente de lo sucedido. El proceso interno para designar coordinadora de los comités de defensa dejó lesionados y despechados. Y esto es clave pues Morena es la nueva versión de la vieja Confederación de Fuerzas Encontradas, ese champurrado de “izquierdas” que con su hilarante optimismo documentó el siempre bien recordado Carlos Monsiváis. 

En la dispersión de esa “Liga” está una de las apuestas fuertes de sus adversarios, amén de las clásicas puñaladas traperas, tal como sucedió en algunos municipios en el 2021, según las acusaciones de “traición” que inundaron espacios mediáticos y rincones de las demarcaciones, entre ellas Toluca. Queda ver si la antesala de la victoria, más a la vista que nunca, así como algún ejercicio político, logran ablandar voluntades y darle sustento al estribillo del “cierre de filas”.

En fin, reducido por el momento a un encuentro de desquiciados y arrogantes, nadie espera que durante el proceso los involucrados capitulen sin más a las campañas negras ni a la egolatría característica pues ya se sabe que si hay un velorio, el político (o la política) querrá ser también el “muerto”, todo con tal de ser el centro de atención.

Tampoco que se renuncie al combate político, al jaloneo, habida cuenta la lista de calamidades que flagelan a la entidad. Pero es aquí donde los cerebros tendrán que trabajar horas extras porque no se trata únicamente de convencer con propaganda, de edulcorar promesas y mentiras o de llenar los espacios con ataques despiadados, sino de presentar ofertas realistas y viables para enfrentar los problemas y  solucionarlos. 

Queda tiempo y quizás los ánimos logren serenarse y se abran espacios para eso.

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